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¿Y Qué hago?
Cuantas veces nos hemos hecho esta pregunta, y cuantas veces nos hemos contestado “mañana lo decido”. Y llegaba mañana pero no llegaba la decisión.
Y es que no nos han enseñado a tomar decisiones, o aprendemos o no aprendemos, pero apenas tenemos herramientas para hacerlo. Tal vez la experiencia, tal vez el consejo de alguien cercano, tal vez el azar…
Cuando nos queremos dar cuenta ya llevamos unos años decidiendo y, la verdad, no recordamos haberlo hecho. ¿Pero por qué estoy estudiando letras con lo que me gustan las ciencias?, ¿Pero qué hago en este pub si no me gusta esta música? Somos adolescentes, somos jóvenes, y sobre todo seguimos a los demás, bueno, a nuestros demás.
Comenzamos a compartir aficiones y gustos, no tanto porque son los nuestros si no porque queremos que lo sean. Como no estábamos acostumbrados a decidir, no queríamos equivocarnos y perder lo que teníamos a nuestro alrededor.
Conforme avanzamos en nuestras vidas, nos comenzamos a enfrentar a situaciones en las que hemos de tomar una decisión de mucha mayor envergadura que las que habíamos o creíamos haber tomado hasta ahora. Y en ese momento no podemos decidir lo que deciden los demás, porque algunos de esos demás no están y porque nos revelamos diciéndonos “soy adulto y tengo que tomar mis propias decisiones”.
Pues muy bien, vamos allá, voy a decidir. Creo que para mí es importante esto, o era lo otro, espera no, era la mitad de esto y la mitad de lo otro, ¡uy! que lío, recurriré a la memoria. La última vez que tuve que decidir sobre algo como esto pensé que…
Y entonces caigo en la cuenta de que no tengo claro que es importante para mí a la hora de tomar una decisión, de cuáles son las creencias que me llevan a actuar. De repente no sé qué me mueve a tomar una dirección u otra. Mis emociones se alborotan y atropellan unas a otras, y me busco, intento adivinar quién soy yo y que es lo que quiero.
A veces, mejor sin la presión de tener que decidir inmediatamente, es necesario que bajemos las persianas del exterior y miremos hacia dentro, que dediquemos un tiempo a saber que es importante para nosotros y concretemos hasta saber qué es lo más importante para nosotros. A partir de aquí, estaremos más preparados para decidir y además para hacerlo más correctamente.
Ricardo Haro.