Consulta de Psicología Presencial
Show MenuHide Menu

Category Archives: Blog

La ansiedad se puede convertir en un círculo vicioso

febrero 20, 2014

Evitar hablar con alguien, cruzarnos con él, porque volveríamos a sudar, a sentir ese nudo en el estomago, esas sensación de no controlar lo que decimos o hacemos… ¿te ha pasado?
Tenemos una tendencia natural, o más bien aprendida, a evitar todas aquellas situaciones que nos sugieren malestar y, hasta cierto punto, parece de sentido común hacerlo así. El problema surge cuando todos estos intentos por evitar apenas dejan espacio para lo demás en nuestro día a día, la preocupación e intranquilidad se generaliza a todo.
Estos estilos a la hora de pensar, sentir y comportarse que habitualmente vemos en clínica, abarcan un amplio rango que va desde el malestar cotidiano por fuertes desavenencias, por ejemplo conyugales, hasta los Trastornos Obsesivos Compulsivos como forma más elaborada y problemática de evitación de la ansiedad.

Uno de los principios de la conducta humana nos dice que si la consecuencia de lo que hacemos nos resulta agradable tenderemos a repetir, pero que si nos resulta desagradable procuraremos no repetir, buscaremos evitarla.
Cuando este procurar no repetir se convierte en un objetivo recurrente diario, estamos hablando de ansiedad patológica.
Hasta la fecha, parece haber acuerdo entre los modelos de intervención en que “evitar” es precisamente lo que mantiene a la ansiedad como un problema, y el trabajo en clínica están orientadas a romper ese círculo vicioso que consiste en la ansiedad generada cuando hago todo lo posible por evitar sentir ansiedad.
Siguiendo el modelo de la Terapia de Aceptación y Compromiso, se trabaja con la aceptación de sensaciones, esto es que la persona no haga por intentar eliminar el malestar que le produce la sintomatología ansiosa. No se trata de evitar los pensamientos que generan la ansiedad, sino de entender que estos no tienen que necesariamente guiar la conducta que llevamos a cabo.
La Terapia Estratégica Breve nos ofrece otra perspectiva a la hora de intervenir, apuesta por romper el equilibrio que se ha creado entre la ansiedad experimentada y las soluciones intentadas que, en la mayoría de los casos, pretenden evitar que el paciente experimente ansiedad y que acaban, precisamente, alimentando y potenciando ese estado.
La aplicación de alguno de estos u otros modelos no dependen solo del terapeuta, sino también de las características de la persona que viene a consulta, pero en cualquier caso, cada vez disponemos de más herramientas para romper este círculo vicioso de la ansiedad.

Ricardo Haro

Empezamos por el miedo

noviembre 28, 2013

Aunque seguramente no es la primera emoción que expresamos al nacer, sí es la que con mas frecuencia experimentamos durante los primeros años de vida.
El miedo, o mas bien la respuesta que damos al mismo, ha permitido a nuestra especie sobrevivir a lo largo de miles de años. Y a pesar de que a día de hoy no hay bestias salvajes conviviendo entre nosotros, es una emoción cuya evolución es fundamental para nuestro correcto desarrollo psicológico.
Durante los primeros meses de vida y hasta el primer año, son mas habituales los miedos relacionados con estimulos intensos y desconocidos. Las tormentas, la oscuridad, o seres fantásticos como ogros y fantasmas nos amedrantan hasta los seis años. Después, van apareciendo miedos mas terrenales como el que tenemos a sentir daño físico o a enfermedades y accidentes. Con la edad van desapareciendo esos miedos físicos y se acentúan los miedos sociales, a sentir rechazo, hablar en público, hacer el ridículo…
El desarrollo del lenguaje, y de otras capacidades cognitivas, nos irá permitiendo comprender mejor nuestro entorno y así aprenderemos a gestionar estos miedos a lo largo de nuestro desarrollo que, en la mayoría de los casos, irán desapareciendo gracias a la influencia de nuestro contexto familiar y cultural.
Pero en algunos casos, la infancia y sus miedos, es una etapa crítica en la que se pueden gestar trastornos que se harán visibles de adultos, tal es el caso de las fobias y otros trastornos relacionados con la ansiedad.
Como adultos nos enfrentamos en numerosas ocasiones a situaciones que nos superan, que nos bloquean, que sacan a la superficie miedos mal gestionados o enquistados desde hace años que nos están impidiendo avanzar. En algunos de estos casos, tomar conciencia de cuales son esos miedos nos puede ayudar a superarlos, y para eso la metodología del coaching es una herramienta ideal. En otros, es posible que tengamos que ponernos en manos de la psicoterapia cuando estos miedos hayan generado en nosotros formas de ser y actuar que entran en conflicto con nuestro entorno, que nos suponen dificultades diarias y un nivel de estrés desadaptativo, desproporcionado a la situación.
Hay una tercera vía para trabajar los miedos, en este caso para prevenir que estos vayan mas allá de su papel adaptativo y generen problemas, se llama Educación Emocional. Que los niños aprendan a conocer y gestionar las emociones, entre otros muchos beneficios, les evitará muchas de las dificultades que nosotros hemos tenido y seguimos teniendo en nuestra vida cotidiana.

Ricardo Haro.

Emociones y Salud

octubre 4, 2013

Seguro que son muchas las ocasiones en las que has oído que el estado de ánimo influye en la salud, que en los momentos de bajón o en los de tensión y estrés es más probable un dolor de cabeza, una contractura en las cervicales o sufrir molestias estomacales. Vamos a ver qué nos dice la ciencia al respecto.
Que emoción y salud están relacionadas se sabe desde el inicio de la medicina; el mismo Hipócrates estableció una tipología que asociaba temperamento con enfermedad. A la psicología le costó más tiempo, pero a principios de los 80 ya se aceptó que, de entre todos los procesos psicológicos que inciden en la salud y enfermedad, las emociones son, sin duda, uno de los más relevantes.
En concreto, se ha demostrado la importancia del papel de las emociones en las alteraciones del sistema inmunitario, el que nos protege y vela por nuestra salud. La aparición de ira, ansiedad o depresión se ha vinculado con trastornos coronarios, gastrointestinales o del propio sistema inmunitario. Especial relevancia atribuye la evidencia científica al papel que juega la hostilidad, que es el componente emocional de la ira, y que está muy relacionado con la aparición de enfermedades coronarias. De igual manera, se ha asociado una ansiedad elevada y mantenida en el tiempo con la hipertensión.

La forma de hacer frente a situaciones de estrés y ansiedad, se relaciona con alteraciones de la actividad inmunológica, y estas, a su vez, con la aparición de enfermedades como el cáncer.
Por otra parte, están las repercusiones sobre la salud que tiene la inhibición de las emociones, el hecho de reprimirlas, de no dejarlas salir y de ocultarlas en algún lugar de nuestro cerebro hasta que acaban desbordándose cuando ya están fuera de nuestro control.
Cuando me muerdo la lengua, trago saliva, no digo lo que tal situación o tal persona me está provocando, y en general, cuando actúo en contra de lo que para mí es importante (mis valores), mi cuerpo reacciona alterando levemente su equilibrio, acelerando sus ritmos; una actitud como esta, mantenida en el tiempo, es la puerta de entrada a enfermedades psicosomáticas: resfriado, faringitis, alteraciones de la piel, migrañas, dolores de espalda o problemas estomacales, por citar algunas. En otros casos, la situación puede llegar a afectar nuestra vida en pareja o en sociedad, puede provocar disfunciones sexuales, irritabilidad o abuso de sustancias.
Mi intención no es, en ningún caso, alarmarte ni añadir una nueva preocupación a las ya cotidianas. Muy al contrario, ser consciente de lo que sentimos, entenderlo y actuar en consonancia con ello, es una fortaleza a la hora de hacer frente a las situaciones cotidianas y, por supuesto, también a las no tan cotidianas y especialmente difíciles.
Un consejo: aprende a gestionar tus emociones y descubrirás cómo mejora tu salud.

Ricardo Haro.

Si lo hubiera sabido antes…

septiembre 19, 2013

Me gustaría comenzar este post con unas palabras del escritor, filósofo y pedagogo José Antonio Marina, “Estamos buscando el secreto que haga posible el bucle prodigioso, lo que permite a un atleta ganar las olimpiadas, a un escritor hacer su obra maestra, conseguir que un adolescente con dificultades supere la ESO, ayudar a las parejas a que superen sus dificultades”.
Cuando hablamos de Aprendizaje Social y Emocional hablamos de la adquisición de unas competencias y habilidades que trascienden del currículo académico, que no hacen referencia a un coeficiente intelectual (CI), sino más bien a la capacidad de hacer frente a la vida saliendo victorioso en sus batallas.
Aquí no hay varitas mágicas ni pócimas secretas, se trata de aprender a convivir, primero con uno mismo, con todo lo que supone conocerse y entenderse, y después con el mundo al que nos hemos de enfrentar con sus competiciones, decepciones, tristezas y alegrías.
Gestionar las emociones no significa transformar la tristeza en alegría ni el dolor en placer; se trata de entender por qué siento lo que siento, cómo esto condiciona mi estado de ánimo y aprender a decidir qué hago con él.
Puede que reconozcas la sensación de haber estado nadando a contracorriente de ti mismo, de haber echado la vista atrás y decir: “no entiendo por qué hice esto o dije aquello, cuando yo no soy así”. Y es que es una ardua tarea la de ser conscientes en cada momento de lo que sentimos y queremos para después saber tomar decisiones en base a ello.
Imaginad un tiempo en el que seamos capaces de manejar nuestros estados de ánimo desde el entendimiento que da conocerse, en el que seamos capaces de trasformar nuestras pasiones en leitmotiv de nuestras vidas, que podamos controlar cuando queramos la intensidad de nuestras emociones para evitar que esa intensidad controle nuestras vidas… Un tiempo en el que el sistema educativo nos proporcione un máster en comunicación, empatía, asertividad y colaboración además de extraer lo mejor de cada uno y transformarlo en profesión.
Hace más de diez años que en algunos países imaginaron esto y decidieron llevarlo a la práctica y, ¡oh, sorpresa!, resulta que es posible, es real.
Corren tiempos difíciles para casi todo y también para la educación, pero seguramente sea la educación una de las claves de lo que nos está ocurriendo y por supuesto de lo que nos ocurrirá.
Si lo hubiera sabido antes…si me hubieran enseñado desde niño a comprender y gestionar mejor mis emociones, seguramente sería el que soy y lo que soy ahora, pero sin duda el viaje no hubiera sido tan difícil.

Ricardo Haro.

El Monstruo de los colores

julio 25, 2013

Se llama Inteligencia Emocional y hace referencia a los procesos implicados en el reconocimiento y gestión de los estados emocionales de uno mismo y de otros para resolver problemas y regular nuestra forma de actuar.
read more …

¿Y Qué hago?

julio 25, 2013

¿Y Qué hago?

Cuantas veces nos hemos hecho esta pregunta, y cuantas veces nos hemos contestado “mañana lo decido”. Y llegaba mañana pero no llegaba la decisión.
Y es que no nos han enseñado a tomar decisiones, o aprendemos o no aprendemos, pero apenas tenemos herramientas para hacerlo. Tal vez la experiencia, tal vez el consejo de alguien cercano, tal vez el azar…
Cuando nos queremos dar cuenta ya llevamos unos años decidiendo y, la verdad, no recordamos haberlo hecho. ¿Pero por qué estoy estudiando letras con lo que me gustan las ciencias?, ¿Pero qué hago en este pub si no me gusta esta música? Somos adolescentes, somos jóvenes, y sobre todo seguimos a los demás, bueno, a nuestros demás.
read more …