Si lo hubiera sabido antes…
Me gustaría comenzar este post con unas palabras del escritor, filósofo y pedagogo José Antonio Marina, “Estamos buscando el secreto que haga posible el bucle prodigioso, lo que permite a un atleta ganar las olimpiadas, a un escritor hacer su obra maestra, conseguir que un adolescente con dificultades supere la ESO, ayudar a las parejas a que superen sus dificultades”.
Cuando hablamos de Aprendizaje Social y Emocional hablamos de la adquisición de unas competencias y habilidades que trascienden del currículo académico, que no hacen referencia a un coeficiente intelectual (CI), sino más bien a la capacidad de hacer frente a la vida saliendo victorioso en sus batallas.
Aquí no hay varitas mágicas ni pócimas secretas, se trata de aprender a convivir, primero con uno mismo, con todo lo que supone conocerse y entenderse, y después con el mundo al que nos hemos de enfrentar con sus competiciones, decepciones, tristezas y alegrías.
Gestionar las emociones no significa transformar la tristeza en alegría ni el dolor en placer; se trata de entender por qué siento lo que siento, cómo esto condiciona mi estado de ánimo y aprender a decidir qué hago con él.
Puede que reconozcas la sensación de haber estado nadando a contracorriente de ti mismo, de haber echado la vista atrás y decir: “no entiendo por qué hice esto o dije aquello, cuando yo no soy así”. Y es que es una ardua tarea la de ser conscientes en cada momento de lo que sentimos y queremos para después saber tomar decisiones en base a ello.
Imaginad un tiempo en el que seamos capaces de manejar nuestros estados de ánimo desde el entendimiento que da conocerse, en el que seamos capaces de trasformar nuestras pasiones en leitmotiv de nuestras vidas, que podamos controlar cuando queramos la intensidad de nuestras emociones para evitar que esa intensidad controle nuestras vidas… Un tiempo en el que el sistema educativo nos proporcione un máster en comunicación, empatía, asertividad y colaboración además de extraer lo mejor de cada uno y transformarlo en profesión.
Hace más de diez años que en algunos países imaginaron esto y decidieron llevarlo a la práctica y, ¡oh, sorpresa!, resulta que es posible, es real.
Corren tiempos difíciles para casi todo y también para la educación, pero seguramente sea la educación una de las claves de lo que nos está ocurriendo y por supuesto de lo que nos ocurrirá.
Si lo hubiera sabido antes…si me hubieran enseñado desde niño a comprender y gestionar mejor mis emociones, seguramente sería el que soy y lo que soy ahora, pero sin duda el viaje no hubiera sido tan difícil.
Ricardo Haro.